Mientras el coronavirus se pasa los días redefiniendo el curso de la historia, aún hay cambios que deben ocurrir en la industria del transporte marítimo, que está bajo un cambio de paradigma liderado por la revolución tecnológica y la mayor conciencia de la huella de carbono. El documento técnico “Coronavirus, cambio climático y shipping inteligente: tres escenarios marítimos 2020-2050”, de Martin Stopford, presidente de Clarkson Research, presenta diferentes escenarios de la pandemia y la revolución técnica. El texto propone tres olas de desarrollo técnico, junto con la huella de carbono de cada uno de estos escenarios, en el contexto de tres posibles realidades navieras: ‘crecimiento en línea’ de 3,2% anual, alcanzando las 28.800 millones de toneladas en 2050; ‘crecimiento moderado’ de 2,2% desde 2025 en adelante, alcanzando 20.000 millones de toneladas al 2050; y ‘creciminto decaído’ de 0,7% anual hasta alcanzar apenas 11.900 millones de toneladas en 2050.
El desafío de los sistemas de propulsión
El documento continúa especificando que los sistemas de propulsión actuales de la flota de carga marítima y el alcance de los cambios necesarios para alcanzar los casi 900 millones de toneladas de reducción de carbono para cumplir con la meta de 450 millones de toneladas de emisiones al 2050. “El tema clave de inversión está en los sistemas de propulsión de las naves para la próxima década. Hoy sobre el 99% de la flota de carga mundial sobre las 5.000 toneladas (GT) utiliza combustibles fósiles para su propulsión. De estos, el 78% son motores diésel de dos tiempos; 17% son motores diésel de 4 tiempos; 4% diésel eléctrico y apenas 1% turbina a vapor”. El problema para los inversionistas es que los sistemas de propulsión cero-carbono aún no están disponibles para los buqes de carga comercial, y las alternativas propuestas de celdas de energía no estarán disponibles sino hasta la década de 2030 o incluso más adelante, serán costosos y estarán en alta demanda para el transporte en terreno. Por lo tanto, para llegar a la meta del desafío de reducción de carbono se requerirá de un acercamiento “en fase”, en donde la innovación en el diseño se introduce en tres olas de tecnología en el periodo 2020-2050. Estas olas de tecnología no son una o la otra, sino son sucesivas, una tras la otra.
Ola tecnológica 1
Según el texto, la primera ola “debe inevitablemente incluir la producción de motores diésel”. Los motores a diésel son altamente eficientes y mientras no haya una alternativa cero-carbono viable, la opción más efectiva es continuar invirtiendo en los motores diésel, mientras se utiliza la tecnología digital I4 para mejorar el desempeño de toda la plataforma a bordo, incluyendo la reingeniería de los sistemas funcionales. Otro desafío será convencer a los inversionistas que aún podrán continuar comercializando naves diésel durante suficiente tiempo para depreciarlas. “Si estos problemas pueden solventarse, entonces este periodo de desarrollo no sería una pérdida de tiempo sino una inversión en crear el marco técnico para avanzar hacia la segunda ola que involucra el desarrollo de sistemas de propulsión híbridos con gas y, finalmente, la tercera ola que probablemente involucrará naves completamente eléctricas con células de energía y baterías”.
Ola tecnológica 2
Esta ola tecnológica involucra naves propulsadas por gas y sistemas híbridos, la cual empezaría a principios de la década de 2020 y continuaría hacia el final del periodo. Los precios serán fundamentales a la hora de deteminar cómo se desarrolla esta ola. Las embarcaciones híbridas utilizando baterías representan un importante terreno de pruebas para desarrollar diseños que, a pesar de su sofisticación técnica, son económicamente accesibles, confiables y comercialmente lo suficientemente robustos para ser exitosos en las áreas granel y contenedores. Inicialmente, son propensos a ser más costosos que las naves convencionales, y los ahorros en emisiones de carbono, que serían de alrededor del 20 al 30%, necesitarían atraer tarifas timecharter lo suficientemente altas como para compensar.
Ola tecnológica 3
La tercera ola considera los sitemas de propulsion cero-carbono los cuales estan actualmente apenas en estado de diseño, con claros problemas de escalabilidad. La primera generación de sistemas de propulsión con células de energía y baterías podría estar disponible durante la primera mitad de la década del 2020. Desarrollar una red búnker sería otro problema, ya que las exigencias de seguridad para tales commodities implican un alto costo. Finalmente, los sistemas de propulsión y búnkeres probablemente serán más costosos que los hidrocarburos. Al 2050 toda la flota diésel estaría fuera del mercado, pero bajo el escenario 2 esto se habría logrado de manera ordenada que permitiría a los inversionisas depreciar sus naves en un lapso normal de vida útil, ya que no habría nuevas entregas diésel después e 2030. Lo que sí habría sería una flota de naves híbridas y gas operando.
Huella de carbono
Debido a la intensidad de actividad comercial que propone cada escenario, los más activos producen más emisiones de carbono. Por ejemplo, el escenario de crecimiento en línea que asume un crecimiento de 3,2% y 14 nudos de velocidad de operación produciría 771 millones de toneladas en 2050, “muy por encima del tope de 450 millones de toneladas que propone la OMI”, según destaca el texto. Pero los otros dos escenarios lo hacen mucho mejor. El segundo reduciría las emisiones de carbono a 324 millones de toneladas al 2050, mientras que el tercero produciría apenas 184 millones de toneladas de emisiones de carbono hacia mediados de siglo.
Fuente: Mundo Marítimo